La entrada más alucinante, con recuentos y complementos de historias, con estados y encuentros de la naturalidad, con toda memoria de la grandeza, con todos esos bellos sonidos, esas bellas canciones, toda imagen y la edición, todo la labor y el desempeño, recordando toda esa lucha, recordando todo lo que fortaleció, la, finalmente, alucinación, el entendimiento, la comprensión añorada, esa que llegó, justo ahora, estas últimas semanas, ese día en realidad, como un rayo de luz, como cada una de las gotas que caían, dejando un hermoso-loco fin de semana… Todo, el todo.
Sentirse así.
Y preguntaba y preguntabas… ¿está pasando?... y yo decía “tiene que ser”.
Las anteriores no hubo tiempo, hoy era el día… y una vez más ahí la respuesta que ofrece el día.
¿Acaso no podemos enfrentarnos a la respuesta del día?
No creo en la lucha, creo en la naturalidad.
¿Qué? ¿Cómo? ¿En qué momento?
El mundo no puede dar la vuelta tan bruscamente, pero tan bruscamente, no puede, no debería.
Lo único que se, es que no debo pensar. Recuérdalo: NO DEBO PENSAR.